LOS MONSTRUOS
Sandra está casada con Alfredo, trabajan
los dos y tienen una hija llamada Dolores. Sandra es quien más se ocupa de la
nena, corre del trabajo al colegio, a un cumpleaños y a cuanta obligación tenga
la niña. Claudio es uruguayo, vive solo con su hijo en Buenos Aires. Padre e
hijo tienen una relación bastante especial. El papá, además de sus
obligaciones, dedica todo su tiempo libre a Patricio, un niño algo demandante.
Ni Sandra ni Claudio se conocen previamente. Pero como entienden que sus hijos
tienen cualidades únicas, que los
separan de la media, coinciden ambos en un mismo colegio. El año escolar está
iniciando y necesitan encontrar una escuela nueva para sus pequeños. Para ambos
sus hijos son especiales. Aceptan que en la institución educativa anterior
tuvieron algunos problemas de conducta, pero es porque suponen que se aburren
por estar por encima de la media. También reconocen que tienen dificultades
para hacer amigos, porque son algo tímidos y eso tiene como consecuencia que
los dejan un poco de lado, que no los invitan a festejos ni a jugar a la casa
de ningún compañerito. Los dos coinciden en un cumpleaños y comienzan a
relacionarse, a compartir experiencias y a molestarse por conductas de sus
hijos.
Ahora bien, es obvio que un hijo es lo
más importante que hay para un padre y que nadie llega a ese estadío de la vida
sabiendo cómo cumplir con tan importantísimo rol. En general el progenitor actúa de acuerdo a su
sentido común y sobre todo por cómo fue criado. Pero sucede a veces que los
padres van perdiendo el foco y las conductas de los pequeños van sofocándolos y
aumentando las propias frustraciones. Se les va haciendo cada vez más
dificultoso aceptar las reacciones y las acciones de los menores. Por eso
prefieren callar y comienzan a no
oponerse, a no hablar de los problemas, a no confiar en nadie, ni siquiera en
ellos mismos. La propia identidad se va desdibujando y devaluando sobre la base
de esta vivencia. Entonces se va deteriorando el vínculo paterno filial, se
dañan y se generan efectos traumáticos profundos en la vida de los dos.
El texto de Emiliano Dionisi es muy bueno.
Son interesantes los procedimientos que utilizó para contar los sucesos de este
musical conceptual. No cuenta una gran historia, de hecho casi que no la hay,
sino que hay tramos importantes de la vida de cada uno de estos seres. Acá
radica el secreto: un libro complicado, plagado de matices y cambios de
sensaciones, que genera una vorágine que lleva al límite a los espectadores. Su
trabajo de dirección es excelente, ubicó a los protagonistas en un espacio
reducido, una especie de cuadrilátero donde suceden todas las cosas. Logró atmósferas únicas y llega a las fibras
más íntimas del espectador. La música y las letras de las canciones de Martín
Rodríguez completan el relato creado por Dionisi de manera estupenda haciendo
que sean parte medular del texto y que fluyan naturalmente.
Las labores de Natalia Cociuffo y de
Mariano Chiesa son excelentes e impecables. Ambos llevan adelante esta
propuesta de manera contundente y logran llegar a la platea con un nivel de
entrega y sensibilidad destacable. Sus actuaciones son sólidas, contundentes
moviéndose sin dificultad entre la comedia y el compromiso visceral.
Los
monstruos
es una propuesta que actúa como un espejo que amplifica ciertas conductas de
los hombres. Una obra que moviliza y hace pensar. “Cría cuervos y te comerán
los ojos”
No se pierda este multipremiado musical.
Gastón Olivera
FICHA TECNICA
Elenco; Mariano Chiesa, Natalia Cociuffo
Músicos: Gianluca Bonfanti Mele, Matías
Menarguez, Martín Tincho Rodriguez, Juan Pablo Schapira
Vestuario: Marisol Castañeda
Escenografía: Compañía Criolla
Diseño de luces: Claudio Del Bianco
Música y letras de canciones: Martín Rodriguez
Dirección musical: Martín Rodriguez
Director asistente: Juan Jose Barocelli,
Julia Garriz
Texto y dirección: Emiliano Dionisi
Funciones: lunes 20.30 hs
Lugar; Teatro Picadero (Pasaje Santos
Discépolo 1857)
Duración: 100 minutos
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