TODO TENDRÍA SENTIDO SI NO EXISTIERA LA MUERTE
Pocas son las certezas que tenemos de
nuestras vidas y una de ellas es que un día vamos a morir. Esta afirmación
seguramente podrá generar cierta incomodidad pero es la
verdad. Nacimos para morir. Cada instante que pasa y cada respiro que tomamos
nos acerca al final. Nadie sabe cómo va a morir y cuando será pero sabemos que
ocurrirá un día.
Pensar este tema abre miles de
cuestionamientos existencialistas sobre el sentido de la vida, lo que
hacemos y lo que dejamos de hacer. En general todos pensamos que es algo que
sucederá en un futuro lejano y por eso nos sobra tiempo para hacer cosas. Este
es un panorama para la generalidad de las personas y ¿aquellos que le
diagnostican una enfermedad terminal? Pienso que luego del primer impacto todo
comenzará a tomar otro sentido. Ya no habrá muchos más mañanas, ya no quedarán
muchos abrazos para dar o recibir, ni muchas charlas por compartir. Y algo de esto es lo que le sucede a María la
protagonista de TODO TENDRÍA SENTIDO SI NO EXISTIERA LA MUERTE.
La cosa es más o menos así: María, una
maestra de grado, no está sintiéndose muy bien últimamente por eso Nora, su
hermana, le insiste en hacerse estudios médicos a lo que la docente accede. Mientras
se va sometiendo a estos análisis Guillermina, su hija, va notando que su mamá está un poco más débil y cansada.
María sostiene que no es nada para preocuparse y sigue tratando de disfrutar
con las pocas posibilidades que le da la vida de pueblo bonaerense donde viven.
En esos años, estamos a mediados de los años ´80, el mayor entretenimiento
familiar era el alquiler de películas en un video club. Madre e hija disfrutan esos momentos frente al televisor. María es una mujer simple,
tranquila, se relaciona con su hermana y pareciera no tener muchos amigos. Pero
inicia una amistad con Liliana la dueña del video club. Lili, empieza a ser una
compañía diferente en la monótona cotidianeidad de esta maestra de licencia, es
una bocanada de aire fresco, además comienza a acompañarla a sus estudios
médicos. Lamentablemente llega el diagnóstico: leucemia y le quedan pocos meses
de vida. Ante este triste y abrumador panorama, María comienza a hacerse
planteos sobre el significado de su vida y se da cuenta que quiere cumplir un sueño. Para lo que necesita contar con la ayuda de Liliana, Nora y sobre todo
de Gino Potente, un actor que conocían por películas y ahora lo necesitan para
el deseo de la mujer. Idas, vueltas y un esfuerzo familiar logran que cumpla su
última decisión para poder morir en paz.
TODO TENDRIA SENTIDO SI NO EXISTIERA LA
MUERTE cuenta una historia simple pero tiene una profundidad desgarradora. El
excelente texto de Mariano Tenconi Blanco interpela al espectador
constantemente. Es interesante el procedimiento dramatúrgico que utilizó: los
personajes son pura verdad, no tienen dobles intenciones en lo que dicen, sino
que con una honestidad brutal se van relacionando y armando el presente.
También es para destacar que el tema de
la muerte pierde solemnidad ya que la obra maneja una comicidad exquisita y efectiva. Así el sentido de la vida, de la muerte, del tiempo, de
vivir realmente como queremos y no cómo nos quieren hacer vivir, quedan en un
primer plano. Utilizó para la puesta en
escena la forma del melodrama, un género casi desaparecido, logrando óptimos
resultados.
El trabajo de todo el elenco es
sencillamente excelente. Dejan todo en el escenario, van a fondo y corren todos
los riesgos con una frescura increíble. Pintan a sus personajes con mil colores
y logran tocar las fibras más íntimas de
cada espectador. Aplausos para: Lorena Vega, Maruja Bustamante, Andrea
Nussembaum, Juana Rozas, Agustín Rittano y Bruno Giganti.
TODO TENDRÍA SENTIDO SI NO EXISTIERA LA
MUERTE es un joya de la cartelera porteña. Una pieza inteligente, cómica,
profunda que nos hace pensar sobre el sentido de la vida y también de la
muerte.
No se la pierdan!
Gastón Olivera
FICHA TECNICA
Actúan: Maruja Bustamante, Bruno
Giganti, Andrea Nussembaum, Agustín Rittano, Juana Rozas, Lorena Vega
Vestuario: Cecilia Bello Godoy, Johanna
Bresque
Escenografía: Oria Puppo
Iluminación: Matías Sendón
Música original: Ian Shifres
Coreografía: Jazmin Titunik
Dramaturgia y dirección: Mariano Tenconi
Blanco
Funciones: jueves, viernes, sábados 20
hs
Lugar: Centro Cultural Rojas (Av.
Corrientes 2038)
Duración: 180 minutos (con un intervalo)
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